El mago de las palabras, de los colores del arco iris sobre los cantos de los ríos, de las tenues nubes sobre cielos soñados en amaneceres, la poesía de Juan Carlos Mestre es un canto de esperanza y un rayo de luz sobre las mediocridades. La otra noche, en el Salón de los Espejos del Teatro Carolina Coronado, como un César triunfante, llegó, vio y convenció, y mucho. La verdad de su poesía es un amanecer en la oscuridad.
Como lo definió en su presentación otro magnífico poeta, Elías Moro, Mestre es un ornitólogo que tiene la cabeza poblada de pájaros, como Whitman tenía la barba llena de mariposas: cuclillos, petirrojos, gorriones, cárabos, alondras, estorninos, cisnes, faisanes, oropéndolas, la delicadeza de haiku de los colibríes…A Mestre le asoman estrellas por la cabeza, palomas del costado, centauros de entre las manos; y peces y bicicletas y sombreros que amanecen a través de constelaciones y susurros, vuelan por el camino de la nieve y las calles de las aldeas, galopan en la sed y la alegría, se hacen música en su vuelo.
En fin, una noche para no olvidar, donde el poeta de Antífona del otoño sobre el Valle del Bierzo conmovió por su poesía y por la hondura sincera de su palabra, que resonó mágica entre la música que acompañó el acto y la bondad de sus claridades. Puedes ver más fotos aquí.
Para muestra, nos regaló este poema emocionado que habla de su abuelo Leonardo Mestre.
RETRATO DE FAMILIA
Ciego de Ávila, provincia de Camagüey, isla de Cuba. Mi abuelo tocaba el clarinete y tenía un cinturón con hebilla de oro.
Esto sucede en 1920, delante de una tela pintada con y pájaros que habrían de ser multicolores.
En una calle de La Habana, recién llegado de Vigo, Leonardo Mestre le compró a su novia una peineta de carey.
Están los dos, él lánguido de ojos y con un traje de lino. Ella, bajo la luz de los trópicos, es bella y me mira.
Han conocido el ancho cielo y los grandes peces de los mares. Su juventud es dichosa como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía y con ella, como el que es alegre y vencido por el amor, entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben porqué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia pero no sé si en 1920 había chevroles en Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario